De Montedidio
En lo personal, jamás me he sentido especial para nada; muchas personas me lo dicen y sigo sin creerles. ¿Qué es lo que ven en mí que yo no logro aceptarlo?
Hace unos meses, recibí el regalo más grande que alguien pudiera darme en toda mi vida y estoy casi segura que fue el más grande que él dio también. La persona que más quiero me regaló su alma. ¿Cómo alguien puede regalarme su alma y no sentirme especial aún?
El alma que yo recibí, está plasmada dentro de una libreta roja (no sé si fue a propósito dado que es mi color favorito); está convertida en las más bellas palabras que alguien me haya dedicado y es más mi emoción al saber que yo pude inspirar eso. Sigo preguntándome: ¿por qué no me siento especial?
Esa libreta roja guarda los pensamientos que inundaron su mente o decidieron por fin liberarse y ser expresados ante alguien que jamás los rechazaría y que talvez no sólo buscaban ser entendidos pero sí descubiertos. Descubiertos doblemente, por la persona que los escribió en su momento y yo al pasar mis ojos varias veces ante ellos.
La primera vez que abrí esa libreta, no sabía cómo reaccionar pues el autor de esas palabras estaba frente a mi y mi cuerpo estaba muy cansado, mi mente me pedía que resistiera un poco más y leyera todo. No lo leí por completo, sino hasta el día siguiente que ya estaba más alerta y sobre todo, estaba sola. Nadie vería mis reacciones. Al empezar a leer todo, mis ojos empezaron a llorar sin poder yo controlarlos y sólo pude escribir: Te amo. ¿Cómo pones en palabras tu alma? ¿Cómo haces que esas palabras toquen las fibras más profundas de tu único lector? ¿Es solamente el amor y la complicidad que hay entre los dos?
Las lágrimas no dejaron de caer hasta llegar al punto final de ese diario, como nosotros lo llamamos. Estaba en shock, ¿cuándo fue que yo inspiré todo esto? Ese diario me dio esperanza, me recuerda que alguien me quiere y que no quiero que se termine este sentimiento que brinda a mi corazón un calor que no conocía. Todo es terriblemente nuevo y no quiero que se acabe jamás, me aferro a él y sigo leyendo el diario, ya sé casi todas las palabras escritas ahí; cada vez que lo vuelvo a ojear, leer detenidamente o refiriéndome a un solo pasaje, mi memoria viaja al momento de haberlo recibido, al abrir esa caja donde un alma cupo.
No controlo las lágrimas, no logro ser totalmente inmune a esas palabras. “Tienes a alguien que te escribirá ésto (refiriéndose al diario) y yo tengo alguien que lo leerá, y no sólo leerlo sino probablemente la única persona en el mundo que va a entender todas las bromas, referencias y contenido”. Me descubro estando dentro de ese diario. Mi alma descubre que también existe. Entendí a qué sabía la vida después de terminar de leerlo por primera vez. Sigo sin aceptarme del todo especial; pero el regalo me hace feliz. Él tocó mi alma y le dio vida a mi ser.
Ese diario está siempre conmigo, no sólo en pensamiento sino en mi bolsa. Diario viaja conmigo y no lo suelto. Talvez no lo lea diario; pero el hecho de ver las tapas rojas me hace suspirar, me recuerdan que está ahí (que él está ahí). Cargo dos almas en hojas de papel. No puedo sacarlo de mi bolsa porque es mi escudo, me recuerda que soy alguien especial para alguien que está muy lejos de mí.
Ingenuamente creí que además de tener su alma, tendría su corazón. ¡Qué descubrimiento tan más grande! El alma no es lo mismo que el corazón. Puedo tener su alma y no su corazón; él tiene mi alma, mi corazón, mi amor y aún así no lo acepta, lo quiere de alguien más. Lucho contra mi misma y dejarlo ir. Sí soy especial para él; pero me mata no ser amada por él. ¿Para qué veo el diario? ¿Para qué leerlo de nuevo? Es sólo un regalo que me hizo feliz en un momento y que ahora me recuerda lo infeliz que soy por no tenerlo a él. Tenerlo a él no significa, que no tenga su alma; pero no tengo su corazón, su amor.
Siento que si dejo ir mis sentimientos y simulara que los arrojo al mar, siento que pierdo todo: pierdo dos almas y mi corazón. ¡Qué miedo! Me quedo sin nada. Tú, libreta roja, en términos físicos, no representas un peligro para mi; cuando te abrieron por primera vez y escribieron en tus páginas, te dieron un poder y eres una espada a la cual fueron haciendo más filosa conforme la tinta fue recorriéndote. El filo más peligroso, te lo dí yo. Te dí un poder que no debía; mis ojos al leerte por primera vez. Mis lágrimas deberían haberme alertado; pero eran lágrimas de felicidad porque también tocaste mi alma. ¿Cómo negarse así mismo el hermoso sentimiento de descubrir cosas nuevas y buenas al mismo tiempo?
Por fin puedo aceptar que soy especial para alguien, sí puedo inspirar algo. Tengo algo especial con él. Lástima, él y yo tenemos diferentes conceptos de inspiración y amor. Solamente me pregunto: ¿cuánto tiempo voy a esperar para dejarte volar y deshacerme de ti? Será que si te suelto como un bumerán, ¿regresaras a mi? Eres una libreta roja, talvez te deshojes mientras vas volando y las palabras simplemente desaparezcan, se destruya todo; pero dejaste tatuada mi alma con cada palabra que contienes.